Le pregunté a Estelita, mi prima, por qué usaba esos cuellos de tortuga tan horrorosos y algo entristecida me respondió que más horrorosa era la papada que le estaba saliendo.
Comprendí la situación, le expliqué que tal situación suele ocurrir con el paso del tiempo pues los tejidos faciales se vuelven flácidos y los músculos del rostro y del cuello pierden tonificación. Entonces la animé a realizar uno de los múltiples tratamientos para eliminar esa antiestética capa de grasa y le recomendé una receta fácil de practicar que me ha dado muy buenos resultados:
Se necesitan una cucharada de sales de epsom (sulfato de magnesio), una cucharadita de glicerina y 5 gotas de aceite esencial de menta. Se mezclan la glicerina con las sales y el aceite. La crema resultante se pone en un algodón y éste lo colocamos bajo la barbilla. Sujetamos el algodón con una venda o pañuelo.
Le advertí a Estelita que este procedimiento debe realizarlo en la noche, preferiblemente cuando esté sola porque puede resultar un “matapasiones”, excepto que su compañero entienda la situación.
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